Tuve la intención de hacerlo durante años.
Llevé un pastel de durazno a la casa de mi colega el fin de semana pasado. Esta actividad aparentemente mundana provocó una conversación bastante interesante:
Amigo: Hace años que tengo pensado hacer un pastel.
Yo: ¿En serio, años?
Amigo: Bueno, los veranos pasan muy rápido.
Yo: Pie realmente no tiene temporada.
Amigo: Tal vez haga un pastel el próximo año.
Yo: ¡Puedes hacer un pastel en una hora!
Amigo: No tengo una pala para hacer tartas.
Yo: Bueno, en ese caso, será mejor que esperes.
De camino a casa, pensaba que si mi colega puede inventar mil excusas para no hacer una tarta, imaginar cuántas excusas tendrá para no gestionar el dinero. Probablemente estés pensando que las excusas de mi colega para no hacer un pastel son tontas, ¿verdad? Bueno, creo que la mayoría de las excusas lo son. Por ejemplo, pregunté a algunas personas por qué no hacían lo que sabían que deberían hacer con su dinero. Esto es lo que dijeron:
-Los tiempos son difíciles en este momento.
-Necesito más tiempo para investigar mis opciones.
-Estoy buscando un nuevo trabajo.
-Creo que estoy bien.
-No tuve la oportunidad de entrar y actualizar el software.
Bastante patético, ¿verdad? ¿Cual es tu excusa?